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Cumbia a corazón abierto

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Gabriel Plaza

El Desvelo
La Delio Valdez
Delirio Valdez

Orquesta a pleno. La banda sigue la huella de la cumbia hasta el presente.

Foto: @javifotoman

La introducción de un acordeón mambeado, espacial, que recuerda al maestro Celso Piña y la voz rítmica de Black Rodríguez, que enseguida mete al oyente adentro de esa película de desamor. El poder de los vientos, la orquesta sonando a pleno, el ataque de esa línea de metales que es la marca de fábrica de la orquesta, más la base de la percusión, el güiro como líder de esta religión cumbiera y esa canción que se completa con la voz magnética de Ivonne Guzmán. Entonces todo el equipo, toda esa máquina bailable explota en el estribillo de «Negro querido», una cumbia para exorcizar las penas.

El tema, opus de apertura del nuevo disco de La Delio Valdez, refleja ese poderío sonoro que el grupo tiene en vivo, pero también es la condensación de ese imaginario de una cumbia continental con un pie firme en el Río de la Plata. En «Farsantes» aparece el rezongo de un fueye, pero después conectan con el pulso de la cumbia santafesina junto a Los Palmeras en el hit «Dice que no le importa», navegan por la bachata dominicana en «Nuestro lugar favorito» (una de las mejores del disco) y cierran el álbum con la colaboración del grupo mexicano Son rompe pera, que toca la marimba chiapateca en «Abajo de la palmera». Todos esos estilos y cada uno de ellos se terminan asimilando al pulso natural de la orquesta.

Integrado por doce temas originales de La Delio Valdez, el disco fue producido artísticamente junto a Popi Spatocco (estuvo detrás de Cantora, de Mercedes Sosa), quien sugirió que los músicos grabaran todos juntos en el estudio. Esa decisión artística lo cambió todo y definió el audio envolvente que logra el trabajo, con la manera en que esas canciones transforman el ambiente cuando suenan. 

Estas crónicas de amor y desamor, noches de desvelo y celebración, resistencia y frustración, definen la temática de estas composiciones, que brillan en el complejo y refinado entramado instrumental de los arreglos, con esos quince músicos trabajando al unísono. Allí aparece la influencia de las tradicionales orquestas de cumbia de los 50, la influencia de géneros como la bachata, el folclore andino, el jazz, la salsa, el reggae y hasta los ritmos urbanos.

Muchas de las piezas tienen estribillos poderosos, ritmos que se adhieren rápidamente al oído y que crean la necesidad instantánea del baile como «Entre vos y yo» (esa letra sensual con el ataque funk de los vientos al principio, que es todo), «Perdido» (una letra de ruptura bien acompañada por esa cadencia irregular y un groove moderno) y «Mucho más libre» con la voz de Ximena Gallina, que aporta una coloratura pop sin dejar de sonar cumbiera. Pero quizás «Eco de cumbia» es la demostración de ese sincretismo de La Delio, una canción que trepa por el norte andino con golpe de saya boliviana, habla de una tambora colombiana, tiene tumbado de salsa y marca la fuerza del hip hop en la voz femenina.

Mientras que «El Rey», sobrecargada de arreglos instrumentales que suman a la épica de una letra social, lleva ese tipo de coros aptos para ser cantados por las hinchadas de fútbol. Es un tema con destino de clásico en el repertorio de la orquesta. En su sexto álbum, La Delio sigue esa huella serpenteante y nómade de un género que se aquerenció en la Argentina y encontró su propio destino de hacer bailar a una nación, de ser compañero de los momentos de celebración, los amaneceres y desvelos: esa cumbia que suena de madrugada en un colectivo lleno de trabajadoras y trabajadores como un alivio, la promesa de un futuro baile el fin de semana.

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