15 de abril de 2024

La preocupación más importante de estos días en todo el planeta es el crecimiento de las tensiones y la situación de guerra en Oriente Medio, a partir del ataque de Israel a la embajada de Irán en Siria y la respuesta iraní con un importante bombardeo hacia Israel el sábado pasado. En realidad, es una fase más grave del episodio dramático iniciado por el ataque de Hamas del 7 de octubre, que generó la muerte de 1.200 civiles israelíes y la respuesta del Gobierno de Benjamín Netanyahu ocupando la franja de Gaza, que ya ha generado más de 30.000 muertos, la enorme mayoría civiles, entre ellos, miles de niños.
Las convocatorias internacionales a deponer las armas hasta aquí han sido infructuosas. Desde una perspectiva pacifista y humanista no podemos más que hacer una invocación al cumplimiento de las resoluciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que desde hace décadas viene planteando la imperiosa necesidad de que este conflicto se resuelva pacíficamente sobre la base del reconocimiento de los dos Estados.
La posición del Gobierno argentino ante un conflicto tan grave y de una perspectiva tan incierta resulta criticable por su alineamiento irrestricto con uno de los dos protagonistas beligerantes y teniendo en cuenta, además, que la gran mayoría de los países de nuestro continente se han pronunciado por el cese de fuego y reclamando negociaciones para resolver el conflicto. La tradición de nuestro país, dejada de lado por el actual Gobierno, ha sido la de privilegiar las relaciones pacíficas desde una perspectiva política y diplomática de preservar los vínculos de convivencia y amistad entre los pueblos.

El dato político
En el orden local, asistimos a un nuevo momento a partir de una serie de iniciativas del campo de la oposición social y política. Resultan muy trascendentes las acciones planteadas como respuesta a las medidas del Gobierno de ajuste en toda la línea. La comunidad universitaria ha convocado a una gran marcha para el 23 de abril desde el Congreso Nacional hasta Plaza de Mayo, de la que participarán docentes, estudiantes, científicos, graduados y los trabajadores, en defensa del presupuesto universitario, severamente comprometido por las restricciones fijadas por el Gobierno nacional. Es un dato político significativo que las centrales sindicales se hayan solidarizado con el reclamo y participen de la convocatoria.

El 1º de mayo, y luego de muchos años de no hacerlo, todas las organizaciones sindicales convocaron a una concentración en Plaza de Mayo, que de este modo vuelve a ser el epicentro simbólico de las manifestaciones del movimiento obrero. Completa el cuadro de protestas y reclamos un paro general convocado por la CGT y las dos CTA (CTA de los Trabajadores y la CTA Autónoma) para el 9 de mayo. Es importante destacar que estas grandes manifestaciones populares no solo implican a quienes participan de ellas, sino que tienen un impacto político mucho más general, ya que los trabajadores, en este caso unidos al movimiento universitario y estudiantil, al ocupar plazas y calles, se transforman en un sujeto político que atrae y nuclea a las más diversas fuerzas sociales, culturales, partidarias, juveniles y de derechos humanos, entre otras, generando así una perspectiva política que trasciende a los propios eventos.

Consecuencias recesivas
Paralelamente, desde el Gobierno nacional, mientras se intenta reflotar la fallida «ley ómnibus» en versión reducida, continúan aplicando drásticamente las políticas de ajuste. En las próximas semanas se viene un fuertísimo incremento de las tarifas de luz, gas y agua (cuyas boletas comienzan a llegar a hogares, comercios e industrias) y se sostiene el debate por el impacto en sectores de la clase media de los aumentos escandalosos de las empresas de medicina prepaga. Todo indica que, una vez más, los grandes monopolios no se autorregulan en el mercado libre, sino que privilegian el sentido principal de su objeto social: potenciar su tasa de ganancia. No cabe duda de que este episodio del aumento de tarifas afectará a todos los sectores, desde los más humildes hasta las clases medias, incluyendo a las pymes, que tendrán que afrontar facturas de servicios públicos con un 400% y 500% de aumento.
Las consecuencias recesivas del ajuste continuarán dañando el nivel de vida del conjunto de la sociedad a la vez que generarán la contradicción típica de estos modelos, que es la caída de la recaudación impositiva que lleva a que apliquen nuevos ajustes. Nos acercamos, en síntesis, a tiempos de crecimiento de las tensiones sociales y políticas.

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