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El juego de la generala

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Néstor Restivo

En otro gesto de alineamiento con EE.UU., el presidente Milei viajó de urgencia para reunirse con la jefa del Comando Sur, Laura Richardson. Destruir acuerdos entre Argentina y China, el objetivo.

Ushuaia. Milei y Richardson (en el centro), con el embajador de EE.UU en Argentina, Marc Stanley, y el ministro Petri.

Foto: NA

Laura Jane Strickland nació en el 63, y con Kennedy a la cabeza, como Fito Páez, pero no en Rosario, sino en Northglenn, Colorado. Se graduó en la Universidad de Denver, siempre soñó con volar aviones militares, se casó con un señor de apellido Richardson que llegó a teniente general y ella llegó, hasta ahora, a generala y a ser hoy la jefa del SouthCom, el comando Sur de las fuerzas armadas de Estados Unidos que patrulla América Latina para ver cómo andan las zonas marginales del imperio.
Viene seguido. No solo a Argentina, como en estos días, justo el 2 de abril. Ha ido en 2023, por ejemplo, a Chile, donde visitó una de las zonas que la obsesionan: el Estrecho de Magallanes, el acceso a la Antártida, un punto crítico de la tensión entre EE.UU. y China la «maligna», como la llama (Una nota reciente del politólogo Juan Gabriel Tokatlian en Cenital dice que en una audiencia del 14 de marzo pasado en la Cámara de Representantes de su país, Richardson usó 24 veces esa palabra, incluyendo las que también le prodigó a Rusia y a Irán).
La generala ha estado también recientemente en Uruguay, buscando avanzar en un acuerdo para que operan ahí fuerzas de élite para seguridad, el programa SFAB, que ya funciona en Colombia, Honduras y Panamá y busca ser instalado no solo en Uruguay, sino también en Perú y Ecuador. Hace un par de meses, también estuvo en ese último país, donde junto al asesor especial del presidente Joe Biden para las Américas, Christopher Dodd, entrevistó al primer mandatario Daniel Noboa para empezar a trabajar en un «plan de seguridad» para Ecuador por 5 años y en base a un acuerdo de cooperación marítima entre ambas naciones. Recordemos que el expresidente Rafael Correa había desmantelado la base militar de EE.UU. en Manta en 2009, pero tras el fin de su mandato, los Gobiernos neoliberales que lo sucedieron reestablecieron vínculos militares con EE.UU.

Inquietudes y falsedades
Ahora, la generala Richardson vino a la Argentina, donó un avión Hércules a la Fuerza Aérea local y junto con el activísimo embajador Marc Stanley operaron sobre algunos puntos específicos. Uno de ellos es la inquietud que produce en EE.UU. la estación astronómica en Neuquén, fruto de una cooperación argentino-china, que es exactamente igual a la que nuestro país tiene en Mendoza con la Unión Europea, pero que en ese caso no causa escozor alguno.
Sobre la Estación CLTC-CONAE-Neuquén, antes de aterrizar en Buenos Aires Richardson había expresado en una entrevista sus «preocupaciones acerca de qué tipo de instalación es esa (…) que (los argentinos) no tengan acceso a ella». Eso es falso. Si no, basta con preguntar en la CONAE, Comisión Nacional de Actividades Espaciales, y al Gobierno neuquino, que son los que autorizan los ingresos. O en el CONICET, las universidades nacionales del Comahue, de San Martín o Regional UTN, o el Consejo Profesional de Ingenieros, entre tantos organismos y entidades locales que la han usado para sus propias investigaciones; además, claro, de la que hacen los científicos chinos ahí presentes para sus programas de viajes a la Luna y a Marte. Continuó Richardson: «Es un acuerdo de 50 años y una de las tres estaciones más grandes de espacio profundo que tiene China. Eso es obviamente una gran preocupación para mí como militar». Un tema que confunde en esta cuestión es que el CTLC, el organismo chino que tiene el convenio con Argentina, figura en el organigrama del Ejército Popular Chino, es decir las fuerzas armadas del país asiático. Pero en Neuquén no hay militares chinos. Y hasta el titular de la NASA dijo, cuando vino a Argentina en 2023, que la antena que puso China en Bajada del Agrio es igual a la que usan otros países como el suyo en diversos puntos del planeta, para fines civiles y científicos. 

Pasaje al acto
Otro tema de interés de la generala fue un nuevo puerto multipropósito en Tierra del Fuego, donde la inversión que buscaba el gobernador Gustavo Melella con capitales chinos quedó empantanada, y sobre lo cual la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, una de las voces más fuertes del alineamiento incondicional con Washington, dijo durante una entrevista que concedió al visitar a esa ciudad para la cumbre de la ultraderecha del mes pasado que no se permitiría inversión china, pero sí de EE.UU. 
Tan interesada está Richardson en esa zona devenida en clave para la geopolítica mundial hacia el futuro, por su acceso a los recursos de los mares del sur y de la Antártida, que en esta gira decidió viajar a Ushuaia. Melella no la recibió, justificando su decisión en que EE.UU. coopera con Gran Bretaña en acciones navales en aguas que pertenecen a Argentina. Pero el que sí fue a saludarla al sur austral fue el propio presidente Javier Milei, en un acto insólito para recibir a un militar extranjero (seguramente no habría viajado 3.000 kilómetros para recibir, por ejemplo, a un general peruano, francés o nepalí), evidenciando una sumisión notable a la política exterior norteamericana. 
Allí, donde excombatientes de Malvinas repudiaron su presencia, el presidente argentino ofreció un discurso en el que dijo que «hoy el mejor recurso para defender nuestra soberanía y abordar de forma exitosa estos problemas es precisamente reforzando nuestra alianza estratégica con los Estados Unidos» y otros países que, agregó, «defienden la causa de la libertad». Una interpretación curiosa de soberanía.
Antes, en Buenos Aires, Richardson y su comitiva del área a la que se suele denominar «defensa» –pero que sería mejor llamar «ataque»– estuvo con el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, quien el mes pasado visitó el Comando Sur en La Florida; con el ministro de Defensa, Luis Petri, quien viajará este mes a Dinamarca para la compra de aviones fabricados por EE.UU., descartada la opción china para esos caza que necesitan los aeronáuticos locales; con la canciller Diana Mondino y con el jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, justamente un brigadier general, Xavier Isaac, entre otros funcionarios. Varios de ellos, además de Bullrich, volvieron a embelesarse con ella en Tierra del Fuego cuando acompañaron a Milei.
De acuerdo con la información proporcionada durante su visita, EE.UU. cuenta con un presupuesto militar de cooperación con Argentina mayor a los 625 millones de dólares este año fiscal, destinados al desarrollo de los profesionales de las fuerzas, ciberdefensa y atención en situaciones de desastre. EE.UU. es para Argentina, como para toda América Latina y por lejos, el país que tiene más acuerdos militares, más allá de los fantasmas que agita.

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