Sociedad

¿Qué calidad educativa?

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voces oficiales y oficiosas se empeñan en denunciar la «crisis educativa», los irremediables «problemas de la calidad», para lo cual se ciñen a los bajos estándares conseguidos en los operativos estandarizados de evaluación. Reivindican una particular idea de calidad educativa: se trataría de asegurar resultados aceptables de mediciones regulares y homogéneas de conocimientos cristalizados.
Esta concepción tecnocrática pone en el tapete una controversia acerca de qué se entiende por buena educación. Hay perspectivas diversas y antagónicas pues la larga tradición pedagógica democrática y emancipadora nuestroamericana –con nombres como Simón Rodríguez y José Martí, entre muchos otros– han promovido una idea muy distinta. Se debe formar personas con capacidad de pensar por cuenta propia, que desarrollen todos los aspectos de su personalidad, formados en el trabajo liberador, ciudadanos-gobernantes capaces de construir democracias protagónicas y participativas. Se cuestiona la idea unidimensional de una educación que se reduzca al plano del conocimiento instrumental y se insiste en que la educación debe formar sujetos completos, felices, solidarios y curiosos.
El nivel secundario no ha procesado adecuadamente las necesidades y demandas juveniles. Su matriz teoricista, elitista y autoritaria ha revertido en escuela de hipócritas y déspotas si bien –por fortuna– la institución escolar ha sido terreno de disputa en el cual docentes democráticos defendieron propuestas democratizadoras capaces de formar hombres y mujeres libres e iguales. Entre ese objetivo y el proclamado entre los defensores de modelos tecnocráticos y jerárquicos existe la misma distancia que entre curiosos artistas y limitados papagayos.

 

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