Economía

Descenso directo

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Hay lugares donde uno no quiere estar. Por ejemplo, el fondo de una tabla donde los miembros fueron ordenados por alguna cualidad positiva. En el fútbol, ese lugar, además de ser vergonzante, implica el descenso directo. Allí está la Argentina, en varias de las tablas que publicó el pasado noviembre el Instituto de investigaciones del Credit Suisse, en su informe anual de riqueza global.
Por su tamaño, la economía británica acusó la mayor pérdida de dólares: 1,5 billones por el Brexit. Pero en variación, el «biggest loser» (el mayor perdedor) de 2016 fue la Argentina. En la tabla que marca el cambio porcentual en la riqueza de los hogares, nuestro país ocupa el último lugar, con -27,3% respecto al año anterior, ganándole caminando a Ucrania con -19%. También ocupa el último lugar en variación porcentual de riqueza por adulto equivalente con -28,2%. En variación del tipo de cambio la devaluación de 2016 nos mandó cómodos al final de la tabla con un temerario -39,2% (negativo porque lo miden al revés, dólar sobre peso), bien lejos Sudáfrica con -17%. A esta altura, la economía argentina es el Michael Phelps de los desastres macroeconómicos. Alcanzó otro oro en variación del precio de la vivienda, única tabla donde ocupamos el bochornoso primer puesto con 31,5% en pesos (8% en dólares).
El empobrecimiento no fue solo de «los pobres», sino que empezó a comerle los talones a los de arriba. La destrucción de riqueza en la Argentina mandó al descenso a un cuarto de los millonarios en dólares, donde 12.000 argentinos dejaron de serlo.
Macri arrancó el año diciendo que había armado «el mejor equipo de los últimos 50 años», y ahora termina declarando que de ponerse una nota «se pondría un 8». A juzgar por las tablas del «mundial de la riqueza», deberían conseguir el teléfono de Caruso Lombardi.

 

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