24 de enero de 2025
Las compras privadas se desplomaron durante 2024 como consecuencia de la recesión económica causada por las políticas oficiales. Pronósticos para 2025.
Ventas en supermercados. Caen en todo el país y el 47,5% se abonan con tarjetas de crédito.
Foto: NA
En un año en el que todas las variables de la economía real se desplomaron de forma solo comparable a lo vivido durante un conflicto bélico o una pandemia, los índices de consumo descuellan en el contexto general porque es el dato que nunca repuntó en 2024.
Según el informe de la consultora Scentia de diciembre, la caída interanual fue del 18% —más que el 13,9% de todo 2024— y en ningún momento del año dio un dato positivo. En la misma línea, corre el indicador de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC). Con las fiestas navideñas de por medio, el consumo creció 1,9% mensual en diciembre, pero registró un retroceso del 3,4% respecto al mismo mes de 2023, y cerró el año pasado con una caída acumulada del 7,4%. Los porcentajes están alineados con los datos de la encuesta de supermercados del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) de noviembre (faltan los números marcados por el mes navideño): una caída del 7,6% respecto a igual mes de 2023. Por su parte, el acumulado hasta el undécimo mes del año pasado presenta una caída de dos dígitos: 11,9% respecto a igual período de 2023. En este relevamiento del INDEC llama la atención el crecimiento de las transacciones con tarjeta de crédito. Las ventas en supermercados abonadas con este medio de pago representaron el 47,5% de las ventas totales y tuvieron un crecimiento del 187,9%, respecto al mismo mes del año pasado.
Cabe recordar que producto de la devaluación y de la desregulación de precios de diciembre de 2023, el consumo se había resentido, en consecuencia, la base de comparación es muy baja, y el 18% de caída interanual es sumamente importante. «El 2024 fue uno de los peores en los últimos 20 años», aseguraron desde Scentia. Hay que remontarse hasta 2002-2003 para encontrar números similares.
Para la consultora Scentia, el impacto de la caída en las ventas no distinguió canales, ya sea supermercadistas o locales más pequeños: «La contracción es parecida entre ambos canales medidos y se nota algo más fuerte la caída de los autoservicios». Mientras que por el lado de la cadena de productos, en diciembre todos los rubros tuvieron números en rojo. Las bebidas sin alcohol registraron la mayor caída, con un descenso del 24,4%, seguido por bebidas con alcohol (‒22,7%), higiene y cosmética (‒21%), limpieza de ropa y de hogar (‒20,7%), otros alimentos (‒13,3%) y perecederos (‒7,7%). En el acumulado del año, la peor performance fue la de bebidas alcohólicas, con una caída del 19,6%, bebidas sin alcohol (‒18,3%), artículos de higiene y cosmética (‒17%), alimentos (‒9,5%) y perecederos (‒8,6%).
Impacto generalizado
En términos puramente económicos, el consumo es la adquisición de bienes y servicios por un sujeto económico. Puede ser una persona, organización, empresa: cualquier agente que tenga la capacidad de interrelacionar en el mercado. Es, además, el principal componente del Producto Interno Bruto (PIB) del país, que mide en términos básicos la riqueza de una nación. De acuerdo con el INDEC, el consumo privado representa el 64,3% del PIB en el año base. Mientras que el consumo público asciende al 11,1%. A la vez, está intrínsecamente vinculado con los salarios y con el dinamismo del mercado interno.
Indumentaria y calzado. Mostró una caída del 8,9% interanual según la CAC.
Foto: Shutterstock
Los pronósticos sobre el consumo para este año tienen como eje la continuidad en la baja de la inflación y el crecimiento de los salarios reales. Sin embargo, vaya paradoja, para mantener el objetivo libertario de desinflación y evitar un salto cambiario, el consumo y los salarios deberán seguir planchados, para evitar la suba de precios y de las importaciones (por reactivación de la industria). Hasta hoy, los precios se duplicaron y los salarios —algunos formales, no así los públicos e informales— apenas recuperan los niveles de 2023 en términos reales. Si a este panorama salarial se suma el peso de las tarifas de servicios públicos en la canasta del hogar (+248,2%), el margen para compras de alimentos, bebidas y demás se reduce de forma drástica. La mayoría de los especialistas y de las consultoras señalan que, hacia adelante, este año mostrará algún tipo de recuperación en las ventas, entre un 3% y un 4%, pero sin esperanzas de que se recupere lo perdido el año pasado. En el supermercadismo creen que eso llevará dos o tres años.
Sin embargo, la CAC se muestra más optimista respecto a 2025: «Se proyecta que el consumo masivo repunte durante 2025 y recupere gran parte del terreno perdido, con una base más genuina que en 2023. El modelo económico actual no se ve orientado a generar booms de consumo, sino, más bien, a crear un fuerte incremento de la inversión y condiciones de estabilidad macroeconómica que sostengan el crecimiento a mediano y largo plazo», dice la Cámara.
También se entusiasma con la estabilización de la inflación y la baja del crawling peg al 1% mensual. La Cámara parece pasar por alto el manifiesto componente anti-industrial del gobierno libertario, que jaquea al sector con el dólar barato y la apertura importadora, que va en detrimento directamente contra la generación de empleo y sobre las ventas en el mercado interno. El presidente de la CAC, Natalio Mario Grinman, ya lo había expresado con claridad en una entrevista radial en enero de 2024: «Algunas empresas chicas van a desaparecer, pero son los costos que tenemos que pagar para tener un país normal».