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Hay humo en tu boca

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Utilizados en general por jóvenes que confían en su presunta inocuidad, los cigarrillos electrónicos y los calentadores de tabaco están lejos de ser inofensivos. Las conclusiones del primer foro internacional sobre el tema, realizado en Buenos Aires.


Vapeo.
El dispositivo consta de un recipiente, una batería y una carga de solución líquida. (Sergey Nepsha / Alamy Stock Photo)

Por primera vez expertos internacionales se reunieron en Buenos Aires durante el Foro Internacional sobre Cigarrillo Electrónico, en el marco del 46° Congreso Argentino de Medicina Respiratoria, para desmitificar un consumo que cada vez tiene más adeptos, sobre todo en la población joven: el cigarrillo electrónico.
Este dispositivo consta de un recipiente en forma de cigarrillo o similar, una batería interior para generar calor y una carga con una solución líquida que al calentarse produce un vapor que vehiculiza diferentes sustancias para ser inhaladas, lo que se conoce como vapear. Según afirman desde la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria (AAMR), la solución líquida está compuesta por nicotina, saborizantes y otros productos químicos, que al calentarse no solo generan aerosoles de nicotina sino otros compuestos que resultan tóxicos o peligrosos para la salud.
«No tenemos claro ni siquiera los efectos a corto plazo del cigarrillo electrónico, no hay estudios realizados, se lanzó viendo solo los aspectos comerciales. Se habla de que es un 95% menos dañino que el cigarrillo convencional, pero esa es una cifra sacada de una reunión de doce personas que fueron elegidas por la Lega Italiana Anti Fumo que estuvo financiada por una de las productoras de cigarrillos electrónicos», asegura Gustavo Zabert, presidente de la Asociación Latinoamericana de Tórax (ALAT).
Los cigarrillos electrónicos, prohibidos por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica por considerar que «no existe evidencia científica para afirmar que sean efectivos para dejar de fumar ni sean seguros a largo plazo», se presentaron en el mercado como una alternativa para la cesación tabáquica, pero este aspecto, de acuerdo con lo señalado durante el Foro, tampoco sería verdad.
«El uso del cigarrillo electrónico como herramienta para dejar de fumar no está respaldado por ensayos clínicos controlados y los aerosoles de los mismos contienen una serie de productos químicos potencialmente tóxicos», señala Mina Gaga, presidenta de la Sociedad Respiratoria Europea (ERS).

Metales pesados
Otro de los argumentos que suelen esgrimirse a favor del cigarrillo electrónico es que no genera fumadores pasivos pero, según los expertos, esta circunstancia tampoco posee evidencia certera. «Si bien no hay humo ni vapor de segunda mano con el cigarrillo electrónico, lo que no se sabe es qué pasa con el vapor que se inhala y que se exhala. Sin dudas, las personas que vapean no se quedan en sus pulmones con todo el vapor y el aerosol que se produce, por el contrario, cuando exhalan arrojan una cantidad enorme de vapor, esto no está medido, no se sabe nada. La sospecha es que los calentadores de los cigarrillos electrónicos generan sustancias mucho más cancerígenas que lo que tiene un cigarrillo convencional. Además, los alambres que calientan el líquido tienen una vida útil y generan la presencia de metales pesados en el vapor que se inhala y exhala», sostiene Zabert.
Otro de los dispositivos ampliamente difundido es el llamado IQOS (las signas de I Quit Ordinary Smoking, «dejo el tabaco tradicional» en inglés), mediante el cual se calienta en seco una preparación sólida de tabaco, a una temperatura próxima a 350 grados, que no produce combustión sino una degradación térmica sin llama. Con un diseño moderno y atractivo que se comercializa en diferentes colores y muestra gran similitud con los más modernos smartphones, contiene una cantidad de nicotina muy similar a los cigarrillos normales y muchas otras sustancias tóxicas, por lo que es tan adictivo como el tabaco.
«Estar fumando cigarrillo electrónico es como estar fumando un cigarrillo normal, hay que ayudar al paciente a que deje de fumar, y poner en claro que si fuma cigarrillo electrónico es un fumador igual», concluye Carlos Jiménez Ruiz, presidente de la Sociedad Española de Neumonología y Cirugía Torácica, SEPAR.

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