Economía

Margen de ganancia

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La oferta local, con participación creciente de productos importados, afecta tanto a cooperativas como a pequeñas y medianas empresas. El lobby de los laboratorios –principalmente extranjeros– para sortear la ley de genéricos.

Alta concentración. 25 compañías, de un universo de 300, explican el 75% de las ventas. (TÉLAM)

En el primer trimestre de 2017, con respecto a igual período del año anterior, se registró un incremento del 34% en la facturación total de la industria farmacéutica. Esta variación se explica por el aumento del 31,4% de las ventas de producción nacional y del 40,7% de la reventa local de importados, de acuerdo con el último informe técnico para esta industria del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC).
El incremento de la presencia de importados no solo le resta mercado a la industria nacional, sino que se apropia de los mayores márgenes de ganancia. La industria farmacéutica tiene una participación importante de empresas nacionales y cooperativas, pero peligra de la mano de las grandes corporaciones.  
En los últimos meses, el incremento en la facturación respondió casi exclusivamente a inflación y márgenes operativos, ya que la demanda de medicamentos suele ser inelástica (no hay una correlación directa entre  aumento de precios y demanda).  «En 2017 hubo una retracción en el consumo de medicamentos en un porcentaje cercano al 8%, teniendo en cuenta el crecimiento demográfico», señaló el gerente de la Cooperativa Farmacéutica de Mendoza (Cofarmen), Federico Böhm, quien, a su vez, confirmó que «el aumento de los medicamentos es similar al que marca el índice Congreso (35% interanual para el período)». Böhm insistió en que «las farmacias y las distribuidoras no son formadoras de precios, pero es el farmacéutico el que da la cara y tiene que explicar los aumentos».

El caso argentino
En nuestro país existe desde 2002 una ley que especifica cómo deben actuar los médicos y los farmacéuticos a la hora de prescribir y dispensar medicamentos, respectivamente. Establece, en el primer caso, que «toda receta o prescripción médica deberá efectuarse en forma obligatoria expresando el nombre genérico del medicamento o denominación común internacional que se indique, seguida de la forma farmacéutica y dosis/unidad, con detalle del grado de concentración». Según esta ley, la persona siempre tiene la posibilidad de elegir el medicamento que desea comprar independientemente de la marca detallada en la receta. Esta medida no solo protege al consumidor de abusos de posición dominante de algunas droguerías y químicas, sino también a las pequeñas y medianas empresas. Desde el gremio de Farmacéuticos y Bioquímicos (SAFYB) señalan que durante este año la prescripción de genéricos bajó del 70% al 15% por el lobby de los laboratorios. Los genéricos son, en promedio, 40% más económicos. Por esto exigen que se haga cumplir la ley.
La industria farmacéutica, además de contar con una gran participación de importados, se caracteriza por una alta concentración. Solo 25 empresas –sobre unas 300– se quedan, aproximadamente, con el 75% de las ventas. Estas, además, monopolizan la distribución: Rofina, Disprofarma y Farmanet (vinculadas a las firmas más grandes) concentran el 65% del mercado. No hay control de precios, que superan a los costos centenas de veces. Esto lleva a que un 70% del gasto en medicamentos caiga sobre el consumidor final. La estructura del gasto en medicamentos ronda el 30% del desembolso total en salud, mientras que en los países desarrollados es del orden del 15%. Como toda industria de filiales extranjeras y empresas nacionales, es extremadamente dependiente de insumos importados y drogas base. Sin embargo, según cifras del sector, el 52% del mercado farmacéutico argentino lo ocupan empresas nacionales, lo que demuestra una diferencia notable con otros sectores de la industria.

 

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