Opinión | A fondo

El Estado dice presente

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El Covid-19 puso sobre la mesa como nunca la importancia de contar con un Estado activo para enfrentar la emergencia sanitaria y, a la vez, tratar de compensar el impacto recesivo que tendrá sobre la actividad económica.
En el plano internacional, los países centrales han venido interviniendo fuertemente por medio de la emisión monetaria y la baja de tasas, y también con paquetes de ayuda fiscal. Incluso se habla de nacionalizaciones de empresas que están en problemas, como es el caso de las aerolíneas. Esperemos que no ocurra lo de siempre: las nacionalizan cuando pierden, el Estado las capitaliza con plata del pueblo y luego, cuando las condiciones del mercado las tornan rentables, las privatizan a precios sospechosos.
Por lo demás, resulta imposible proyectar los daños de la pandemia. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), en base a datos del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF), desde el inicio de la crisis a mediados de marzo los inversionistas retiraron cerca de 42.000 millones de dólares de los mercados emergentes. Según el FMI, esta es «la mayor salida de capitales jamás registrada». En este marco, sigue diciendo el Fondo: «Los bancos centrales de los países emergentes y en desarrollo deberán afrontar el reto de paliar la fuga de capitales y la caída de ingresos por menores ventas de materias primas. En tiempos de crisis, las intervenciones en los mercados de divisas y las medidas de gestión de los flujos de capital pueden ser útiles como complemento de las medidas en materia de tasas de interés y otras medidas de política monetaria». Una vez más, el organismo internacional de crédito tira por la borda lo que dicen los manuales de economía neoliberal y recurre a todo el arsenal del que dispone.
En cuanto a nuestro país, seguramente habrá un fuerte impacto por el coronavirus y será preciso extremar el uso de políticas sanitarias. Desde lo económico, se torna imprescindible alcanzar una reestructuración que haga a la deuda sostenible, de forma tal de liberar los recursos indispensables. Un mal acuerdo no sacaría al país del ahogo.
Es esencial continuar reconstruyendo el aparato estatal tras la desarticulación impulsada por distintos gobiernos neoliberales, en particular el último de Macri. Sin un Estado activo no podría enfrentarse la actual crisis sanitaria y económica. De hecho, aunque suene contrafáctico, no está de más preguntarse qué hubiera ocurrido de seguir vigente la lógica del «Estado canchero» del expresidente Mauricio Macri, sin contar siquiera con un Ministerio de Salud.
Es cierto que desde las principales usinas de pensamiento globales y desde los organismos internacionales parece legitimarse la intervención del Estado, ya que se trata de una situación excepcional. Seguramente cuando todo se tranquilice desaparecerán estas políticas. Por eso la pandemia refuerza la idea de que hay que tener políticas públicas de largo aliento y fortalecer el aparato del Estado. El listado incluye la necesidad de fortalecer la soberanía monetaria del país, con un Banco Central que apoye las necesidades de liquidez de la economía y contribuya al desarrollo de la economía real. Las políticas de contracción monetaria del macrismo mostraron una vez más que la inflación no era un fenómeno exclusivamente monetario. En cambio, con el nuevo Gobierno se reforzaron los controles sobre el mercado de cambios, se estabilizó el valor del dólar y se implementó una política de congelamiento de tarifas que, sumado a los nuevos Precios Cuidados, comenzaron a reducir el ritmo de aumento de los precios.
Si bien no puede descartarse algún rebote, producto de la particular situación con el coronavirus, las medidas tomadas por el Gobierno, como el congelamiento por 30 días –prorrogables– para 50 grupos de bienes, así como medidas de fomento a la producción en general y a las actividades afectadas, resultan muy auspiciosas. Se demuestra una vez más la importancia de contar con un Estado activo, que ponga en funcionamiento y coordine los distintos resortes de las políticas públicas. Los desafíos no son sencillos pero el sendero a transitar está bastante claro.


Gobierno. Políticas activas para enfrentar una situación de emergencia. (Jorge Aloy)

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