24 de diciembre de 2024
Avignon. Gisèlle Pelicot llega al tribunal durante el proceso que culminó con la condena de su exmarido, Dominque.
Foto: Getty Images
«Quiero que todas las mujeres que han sido violadas digan: la señora Pelicot lo hizo, yo también puedo». Esa fue una de las frases que nos regaló Gisèlle Pelicot a lo largo de los casi cuatro meses del juicio más conmocionante de los últimos años.
Esa señora, una jubilada de 72 años, de un pueblo pequeño del sur de Francia, les enseñó a las sobrevivientes de violencia sexual a levantar la vista, a caminar con orgullo, para que «la vergüenza cambie de bando» y no recaiga sobre las víctimas sino sobre los agresores.
Poco a poco ella misma dejó de ocultarse tras sus anteojos de sol y mostró su rostro, en cada jornada del proceso que llevó adelante un tribunal de la ciudad francesa de Avignon.
El principal acusado fue su exmarido, Dominique Pelicot, de 72 años, con quien estuvo casada desde 1973 hasta que el horror salió a la luz. Junto a él, más de 50 varones fueron juzgados. Todos resultaron condenados el último jueves, la mayoría por violación agravada, a penas de 3 a 15 años de prisión. Dominique, a 20 años, la pena máxima prevista en la legislación francesa. El juez encargado del caso consideró que no solo era culpable de los delitos de violación agravada contra su esposa sino también de tomar imágenes indecentes de su hija, Caroline, y de sus nueras, Aurore y Celine, y de violar a otra mujer.
Se comprobó que a lo largo de casi una década, entre 2011 y 2020, el marido habia drogado a Gisèlle con tranquilizantes y somníferos, que mezclaba con sus comidas y bebidas, sin que ella supiera, y en ese estado la ofrecía a otros hombres que reclutaba en Internet para que la violaran. Dominique filmaba y archivaba cada escena. Registró y atesoró toda la brutalidad concentrada sobre el cuerpo inconsciente de su esposa.
Los demás condenados, de entre 27 y 74 años, son un reflejo de un amplio abanico de profesiones, y de diferentes condiciones sociales: bomberos, camioneros, periodistas, guardias de seguridad… La mayoria vivía en un radio de 50 kilómetros de Mazan, el pueblo de los Pelicot.
El caso generó la atención mundial por la truculenta trama.
Tal vez, incluso, causó cierta tranquilidad para muchos que vieron a Dominique Pelicot como un ser monstruso, bien alejado de sus vidas. «Me sacrificaron en el altar del vicio», describió Gisèlle Pelicot, otra vez con las palabras justas.
Pero Dominique Pelicot no es un monstruo, aunque sus acciones hayan sido monstruosas. Ni él ni el resto de sus cómplices. Todos llevaban vidas ordinarias. Como tantos varones que abusan sexualmente de nietas, hijas, hermanas, parejas, chicas que conocen en un boliche. Como tantos e innumerables varones con vidas comunes, que en algún momento –o en muchos– se apropian de los cuerpos de mujeres de su entorno. Tristemente, no son casos excepcionales.
«Juntas y fuertes». Manifestaciones de solidaridad con Gisèlle en Rennes, Francia.
Foto: Getty Images
No son monstruos
En Argentina se denuncian más de 10 violaciones por día, según las estadísticas criminales publicadas en informes de la Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra las Mujeres (UFEM, mayo 2023). Pero si se tienen en cuenta otros delitos de violencia sexual, son 114 las víctimas que denuncian cada 24 horas, casi 5 hechos por hora, en Argentina. Las sobrevivientes que denuncian este tipo de hechos se triplicaron en 5 años: pasaron de 13.003 en 2016 a 41.697 en 2021. Seguramente el movimiento Ni Una Menos fue clave para que se registrara este incremento. Nueve de cada 10 denunciantes son mujeres. La amplia totalidad de denunciados, varones.
Las niñas, niños y adolescentes representaron más del 40% de las víctimas.
Pero hay que tener en cuenta que la violencia sexual es el segundo delito menos denunciados después de los sobornos, según la última Encuesta Nacional de Victimización: solo el 12,6% de quienes dicen haber sufrido ese tipo de delitos manifestó que hizo la denuncia.
No son todos los varones. Pero son más de los que suponemos. Y la mayoría resulta protegido por la impunidad. O por que la víctima no llega denunciar o por que la Justicia no le cree.
Gisèlle se ha convertido en un símbolo en Francia –y más allá también– por la valentía que mostró durante todo el proceso. Cada día que ella llegaba al tribunal, una multitud de mujeres la esperaba con aplausos, para expresarle gratitud por su coraje y confirmarle que no estaba sola.
El marido fue descubierto cuando en 2020 lo denunció un guardia de seguridad en un centro comercial tomando fotografías debajo de la falda de mujeres. El secuestro de su celular y luego la inspección de su computadora revelaron una de las historias matrimoniales más espeluznantes. Los demás condenados alegaron que pensaban que era un juego sexual de una pareja libertina. ¿Nunca les llamó la atención que ella estuviera inconsciente?
Más de 370 millones de niñas y mujeres vivas en la actualidad –esto es, una de cada ocho– a nivel mundial han sufrido violaciones o abusos sexuales antes de los 18 años, según nuevas estimaciones de UNICEF publicadas en octubre. ¿Cuántas mujeres a lo largo de la historia han sido sacrificadas en el altar del vicio? ¿Cuántas más serán ultrajadas en nombre de un deseo unilateral masculino?