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Perfume de mujer

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El lugar tradicional que el género parecía haberles asignado era el de cantantes, pero en los últimos años cada vez son más las compositoras, bandoneonistas, guitarristas y pianistas que forman sus propios grupos y plantean su mirada sobre el mundo.

Postal. Las integrantes de Sciammarella Tango, entre las exponentes de la nueva escena. (Prensa Sciammarella Tango)

 

Hace 20 años le preguntaron a Eladia Blázquez por su irrupción en un medio tan masculino como el tango. Con su mezcla de honestidad e ironía, sentenció: «Es un universo muy machista, pero me aceptaron, terminaron bancándome como se acepta una gripe». Durante los últimos tiempos, el panorama se modificó y el tango se convirtió en uno de esos ámbitos donde el cambio se visualizó con mayor nitidez. Un ejemplo lo constituyen las formaciones actuales de tango, en las que las instrumentistas tienen tanta participación como los hombres. Tal vez el ejemplo más radical sean los conjuntos integrados solo por mujeres y con letras que tienen una mirada femenina. Históricamente, el lugar asignado para la mujer en el tango fue otro: el de cantante, con una vasta tradición de voces. Pocas veces trascendió como letrista o compositora. Tildado con frecuencia como machista, con títulos sintomáticos como «Lo que vos te merecés», funcionó como radiografía de una época. Seguramente, varias de esas letras hoy serían denunciadas por apología de la violencia de género. Las antiguas fotos de las orquestas típicas simbolizan el momento: no había mujeres. Es cierto que tampoco fue una historia lineal. Pero si se toma la épica de la pionera del bandoneón del 900, Paquita Bernardo, quien llegó a tocar con Osvaldo Pugliese y a componer piezas que cantó Carlos Gardel, su caso fue excepcional. Recién se volvió a hablar de mujeres que tocan el bandoneón medio siglo después. Allí aparecen las orquestas de señoritas, conjuntos que en los años 40 y 50 animaban los palcos de los cafés, pero que tampoco fueron estrictamente grupos de tango: su repertorio mixturaba otros ritmos como el foxtrot, el pasodoble, la ranchera. El historiador Oscar del Priore considera que el primer mojón lo constituyó Las Tanguistas, creado en 1978. Hoy, los conservatorios están llenos de chicas que aprenden los rudimentos del género en el violín, el bandoneón, la guitarra, el piano, el contrabajo. A su vez, ese semillero nutre una escena que ya no está reservada solo a los hombres, con un notable nivel de calidad. Quizá uno de los aspectos más interesantes sea la multiplicidad de propuestas: cada uno de los grupos femeninos adquiere su propia estética. ¿Qué fue lo que cambió entonces? «Hoy la mujer puede llegar a cualquier lugar que hace un siglo era impensable», dice Vero Bellini, pianista, autora y compositora de China Cruel, cuyas letras van desde la historia de un desengaño por chat («Tu muñequito verde») a una chica que se enamora de un chino curioseando entre las góndolas de un almacén («El súper chino»). «China Cruel representa un tango femenino, pero no por el hecho de estar integrado por mujeres, sino por tener temas propios que abordan temáticas de género o en algunos casos las historias de siempre, pero desde la mirada femenina», sostiene la pianista. Otros de los grupos son Flores Negras –cuatro voces femeninas–, el numeroso combo Fleurs Noires, el camarístico trío cordobés Las Rositas, las pioneras Las del Abasto, con más de 15 años de trayectoria y con Stella Díaz como frontman. Dentro de esta heterogénea lista, Sciammarella Tango se recorta por sus trabajos conceptuales: retoma piezas de Rodolfo Sciammarella que habían caído en el olvido. Creadora del conjunto, la cantante Denise Sciammarella resalta: «A nosotras nos distingue el hecho de no habernos propuesto fundar una agrupación femenina. El resultado fue casual. Por eso, nos gusta decir que nuestra orquesta es la prueba de que hay muchas mujeres, al punto de que es posible formar una agrupación femenina casi sin proponérselo». El ejemplo más claro de su afirmación es salir una noche a ver un concierto de tango: cualquier conjunto tiene en sus filas al menos a una chica.

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