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Parte de la religión

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Damián Damore

Hincha! Ritual Show
Autor: Pichón Baldinú
Director: P. Baldinú
Sala: Polo Cultural y Deportivo Saldías

Sujeto colectivo. Hincha! celebra el estado emocional que se vive en las tribunas argentinas.

Foto: @adriandiazfoto

Pichón Baldinú no dirige obras: oficia ceremonias. Desde los tiempos fundacionales de La Organización Negra hasta la consagración internacional de De La Guarda con Villa Villa y más tarde con El hombre vertiente, su teatro es físico, sensorial, apabullante. Ahora, con Hincha! Ritual Show, pone en escena un acto de fe colectiva, donde lo que se venera no es una divinidad, sino una camiseta. El hincha como tótem, como criatura coreográfica, como emblema social.

El show se estrenó en el Saldías, ese laboratorio escénico montado sobre los galpones de la ex playa de cargas ferroviaria en Retiro, y funciona como una misa salvaje a cielo raso.

La experiencia no tiene butacas ni pausas. El público se mueve, participa, se deja empapar por una maquinaria actoral que golpea con percusión, danza aérea, videomapping, pirotecnia y olor a transpiración. Porque Hincha! no es una postal del fútbol, sino una embestida sensorial sobre su zona más visceral: la del que canta, la del que llora, la del que no baja los brazos aunque su equipo esté tres goles abajo. Baldinú se mete con ese sujeto colectivo, ese animal social que desborda las tribunas, se mete en la cultura y talla su propio lenguaje en las costumbres argentinas.

«Después del Mundial de Qatar apareció esta propuesta de La Santa Producciones de hacer algo con el universo del fútbol. Yo preferí mirar al costado y enfocar al hincha. Porque si no está él, no hay juego posible», explica Baldinú desde una oficina improvisada entre andamios y sogas. «El hincha es el consumidor emocional de todo ese aparato. Representa una entrega que tiene más que ver con el ritual que con el deporte», dice, mientras afuera, a un ritmo frenético, los ensayos sacuden el galpón con gritos, tambores y arneses.

El resultado no es una obra ni un partido ni un recital: es todo eso junto y más. Con guiños al carnaval, al folclore urbano, al entrenamiento militar y a las liturgias laicas, Hincha! se apropia del lenguaje de las multitudes y lo devuelve convertido en ceremonia escénica. Hay acróbatas que se lanzan desde estructuras de hierro, jugadores que entran y salen de un campo abstracto como si estuvieran poseídos por Maradona y por Dionisio. Hay escenografía móvil, plataformas que se alzan y se hunden, humo, luces estroboscópicas y una banda sonora que podría estar sonando en una final de Libertadores.

Pero el foco, dice Baldinú, está en lo humano. «El fútbol puede ser un viaje, una frustración, una conquista. Yo lo uso como excusa para hablar de las pasiones que nos constituyen», aclara. En ese sentido, Hincha! no homenajea a ningún club en particular, sino a la condición del fanático en sí misma: ese estado emocional que convierte a una persona común en un ser mitológico los días que juega su equipo.

No es teatro para espectadores pasivos, es un espectáculo que exige entrega, movimiento, participación. Y que, como en los viejos ritos, invita a formar parte de algo más grande que el individuo como tal. Baldinú vuelve al centro de la escena con la ambición de siempre: provocar, sacudir, emocionar. Con Hincha! pone el cuerpo una vez más, y nos recuerda que lo más teatral de nuestras vidas quizá no esté sobre el escenario cotidiano, sino en las tribunas.

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